16 de octubre de 2025

Tras la segunda jornada del Cónclave, la fumata negra persiste en el Vaticano

la fumata negra persiste en el Vaticano

La elec­ción del nue­vo papa sigue sin conc­re­tarse tras la segun­da jor­na­da del cón­clave, con dos fumatas negras con­sec­u­ti­vas. Los car­de­nales con­tinúan las vota­ciones, mien­tras miles de fieles se con­gre­gan en la plaza de San Pedro a la espera de una señal de humo blan­co que anun­cie al suce­sor del papa Fran­cis­co.

En el segun­do día del cón­clave para ele­gir al suce­sor del papa Fran­cis­co, los car­de­nales no lograron un con­sen­so, y una nue­va fuma­ta negra emergió de la Capil­la Six­ti­na. Los 133 car­de­nales elec­tores realizaron ya dos vota­ciones, sin que ningún can­dida­to alcan­zara los dos ter­cios nece­sar­ios para ser elegi­do como el nue­vo pon­tí­fice. La jor­na­da del jueves comen­zó tem­pra­no, con los car­de­nales salien­do de la res­i­den­cia de San­ta Mar­ta hacia la Capil­la Pauli­na para con­cel­e­brar misa antes de las vota­ciones.

El proceso electoral en el Vaticano continúa

Sigu­ien­do la Con­sti­tu­ción Apos­tóli­ca Uni­ver­si Domini­ci Greg­is, se pre­vén dos vota­ciones por la mañana y dos por la tarde en los primeros tres días del cón­clave. A pesar de la expec­ta­ti­va, la fuma­ta negra en dos oca­siones señaló que aún no se ha lle­ga­do a un acuer­do. La plaza de San Pedro se llenó de fieles y tur­is­tas ansiosos por pres­en­ciar el históri­co anun­cio del nue­vo papa. Frente a la basíli­ca, se obser­van largas filas de per­sonas que pasan por los con­troles de seguri­dad para ten­er una vista cer­cana de la chime­nea de la Capil­la Six­ti­na.

Expectativas por la elección del nuevo Papa

Con cada votación, aumen­ta la esper­an­za de que el humo blan­co anun­cie la elec­ción de un nue­vo líder para la Igle­sia Católi­ca. Esta antic­i­pación se siente en la atmós­fera de Roma, donde la mul­ti­tud espera ansiosa el desen­lace de este pro­ce­so. Los próx­i­mos sufra­gios podrían definir el rum­bo de la Igle­sia en los años venideros, y el mun­do obser­va aten­ta­mente.

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