La muerte de Viviana Villalba, una joven misionera de 23 años que falleció en Brasil el mismo día de su cumpleaños, sigue rodeada de incógnitas y denuncias de irregularidades.
Según informó la Policía Civil, durante la madrugada del siniestro un automovilista que circulaba en un Volkswagen Fox por la ruta ERS-344, entre Giruá y Santo Ângelo, embistió a la joven. El conductor declaró que, debido a la intensa niebla, creyó haber chocado contra un animal y continuó su marcha hasta llegar a su vivienda. Allí descubrió que, sobre el techo del vehículo, permanecía el cuerpo de una persona.
Horas más tarde, se presentó en la Brigada Militar acompañado por una mujer y se negó a realizar el test de alcoholemia. El cuerpo de Villalba fue trasladado al Instituto Médico Legal de São Luiz Gonzaga para la autopsia.
Un detalle que llamó la atención de los investigadores fue la vestimenta de la víctima al momento de ser hallada: llevaba puesto un buzo negro, pero no tenía pantalones, calzado ni ropa interior. Ese hecho generó más sospechas en torno al caso.
Sospechas y denuncias de la familia
La familia de Viviana sostiene que no se trató de un accidente. “Mi hija tenía un disparo en la pierna, marcas en las manos y heridas en la cabeza que no se corresponden con un atropellamiento. Hay testigos que escucharon gritos esa noche”, aseguró su madre, Alicia Arévalos, en diálogo con San Vicente Informa.
Además, denunció que nunca pudo ver el cuerpo en Brasil: “Me hicieron firmar papeles sin mostrarme a mi hija. A mí me la entregaron en un cajón cerrado”.
Otro elemento que alimenta las dudas es el celular de la joven. Arévalos contó que días después de la muerte envió mensajes al número de Viviana y recibió una respuesta con la palabra “muerta”. El dispositivo nunca apareció. “Mi hija había mandado audios pidiendo ayuda porque quería dejar el lugar donde trabajaba”, agregó.
Un viaje que terminó en tragedia
De acuerdo con el testimonio de la madre, Viviana había viajado a Brasil con la promesa de trabajar en una granja, pero terminó desempeñándose en un local nocturno. “Una mujer la convenció de ir. Ella quería volver, decía que estaba cansada, que quería regresar con su nena de cuatro años”, recordó.
La última charla entre ambas fue semanas antes del hecho: “Me dijo: ‘Mami, esta vez voy a enfrentar a la mujer y le voy a decir que no quiero seguir más ahí. Quiero volver a casa con mi hija’”.
Reclamo de justicia
Hasta el momento, el expediente no muestra avances y el automovilista continúa en libertad. “No hay justicia, nadie me informa nada. Todo está tapado porque había dinero de por medio”, denunció Arévalos.
Desde su casa en Dos de Mayo, donde vive con sus hijas menores y su nieta, Alicia expresó entre lágrimas: “Yo no quiero que otra madre pase lo que estoy pasando. No voy a parar hasta que se sepa la verdad y los culpables paguen. A mi hija no me la van a devolver, pero quiero justicia para que no sigan destruyendo familias”.