Especialistas en salud mental de una histórica clínica de Misiones alertan sobre el crecimiento del consumo problemático de sustancias. Aseguran que el estigma, la falta de conciencia y el acceso tardío al tratamiento dificultan la recuperación, y destacan la necesidad de un abordaje interdisciplinario y familiar.
La problemática del consumo de sustancias psicoactivas en Misiones no es nueva, pero hoy se manifiesta con una intensidad renovada. Así lo afirman profesionales del área de salud mental que desde hace décadas trabajan en el abordaje de las adicciones. “La situación es de larga data, pero ahora se ha exacerbado la cantidad de consultas y la visualización de los problemas, sobre todo por el trabajo de los medios que hacen visible lo que antes pasaba desapercibido”, indicó el psiquiatra Álvarez Pons.
El especialista explicó que el consumo en sí mismo no está prohibido, pero sí lo está tener la sustancia en el cuerpo, lo cual puede derivar en conflictos legales. Esta circunstancia ha llevado a muchas empresas a implementar controles laborales mediante análisis toxicológicos, lo que también ha contribuido a una mayor exposición del fenómeno. “Hoy los laboratorios pueden detectar si alguien consumió en las últimas 24 horas, en los últimos tres meses o incluso en el último año”, detalló.
Pese a esta creciente visibilidad, el abordaje temprano continúa siendo una de las mayores dificultades. “Generalmente, el paciente recién accede a la consulta cuando la situación llega al límite social o familiar. En forma voluntaria es muy difícil que se atienda porque no tiene conciencia de enfermedad. No le parece que está mal”, explicó. Por eso, muchas veces el tratamiento debe iniciarse mediante internaciones compulsivas, incluso a través de restricciones legales de capacidad.
Sobre este punto, el psiquiatra aclaró: “La ley de salud mental no está mal hecha, está mal interpretada. Siempre tuvimos el derecho de internar a un paciente si consideramos que hay un riesgo para él o para terceros. Pero hoy se corre el riesgo de ser denunciado por privación ilegítima de la libertad, salvo que se sigan ciertos pasos legales”.
La institución donde trabajan Álvarez Pons y su equipo tiene más de 60 años de trayectoria y recientemente amplió su enfoque para atender también a pacientes con patologías geriátricas, psiquiátricas y adictivas. “El paciente adicto ingresa generalmente cuando la situación ya es crítica. Primero trabajamos en la desintoxicación, que puede durar entre 30 y 90 días. Luego lo derivamos a otra institución, fuera de su contexto social, para continuar con la deshabituación y la reinserción”, detalló.
Las internaciones, según explicó, pueden ser voluntarias, policiales o judiciales, aunque en muchos casos terminan con intervención del poder judicial. “El problema con la internación voluntaria es que el paciente muchas veces solo quiere escapar de una situación conflictiva, pero una vez que se resuelve, se va. Y vuelve a consumir”, alertó.
Desde el punto de vista terapéutico, el tratamiento no se limita a la atención médica. “Contamos con un equipo interdisciplinario que incluye psiquiatras, psicólogos, asistentes sociales, acompañantes terapéuticos, profesores de educación física, maestros de labores y musicoterapeutas. Se trabaja en talleres de autocuidado, teatro, huerta, y actividades de la vida diaria”, explicó la licenciada Mariela Duarte, psicóloga de la institución.
“Muchas veces los pacientes llegan con un deterioro del autocuidado, desconectados de su familia y de sus labores. Hay que empezar de cero. Por eso es importante que el paciente esté activo todo el tiempo, no puede haber ocio porque eso dificulta la gestión de emociones”, agregó la profesional.
En ese mismo sentido, la doctora Lorena Álvarez, psiquiatra, remarcó que “las actividades buscan que los pacientes regulen su parte física, emocional y mental. No se trata solo de hablar en terapia, sino también de aprender qué hacer con eso que se siente”.
La situación de la salud mental, aunque más discutida en la actualidad, sigue marcada por el estigma. “Sigue muy presente la idea de que ir al psicólogo o al psiquiatra es para ‘locos’. Muchas personas prefieren recurrir a sustancias como el alcohol o el cannabis para relajarse, antes que consultar”, explicó Álvarez.
Otro fenómeno en crecimiento es el consumo entre adolescentes, muchas veces banalizado o directamente normalizado. “Los chicos no miden el riesgo. Piensan que pueden controlar el consumo. Pero la marihuana, que es muchas veces la primera sustancia que prueban, actúa como puerta de entrada a otras drogas. Es un mito eso de ‘yo sé cuándo parar’, porque en realidad la sustancia termina controlando a la persona”, advirtió Álvarez.
Además del abordaje clínico, el equipo realiza un fuerte trabajo con las familias. “La psicoeducación no es solo con el paciente. Muchas veces la familia tampoco tiene herramientas para acompañarlo. Es necesario construir recursos de comunicación y contención”, remarcó Duarte.
Actualmente, la institución cuenta con unas 80 camas, de las cuales la mitad son ocupadas por pacientes con diagnóstico dual: una patología psiquiátrica de base que se agrava por el consumo. “Es un trabajo complejo que requiere articulación entre muchas disciplinas, planificación del alta y supervisión permanente”, concluyeron.
Fuente: Misiones Online